¿Qué tiene que tener un lugar sagrado?

Los lugares sagrados no tienen por qué quedar a miles de kilómetros. Mi casa es mi lugar sagrado desde que concebí que sagrado es todo aquello que se relaciona a la divinidad. Y nosotras somos una manifestación de su existencia.
Así que sagrado no es dónde quede sino cómo vibre, cómo se sienta una cuando está ahí.
Lugares sagrados que me han marcado: La catedral de Chartres, Notre Dame de París, el Mont Saint Michel, el camino de Santiago. Y alguno más habrá que me estoy olvidando. A todos, sin excepción, fui en invierno. Europa en primavera y verano es insufrible. Llena de gente, de calor, de una energía que no me representa.
Así que en esta ida al Mont Saint Michel, era tan impresionante la cantidad de gente, y peligrosa la ascensión (uno arriba del otro), que me di una vuelta por los jardines y me senté a comer en una terraza frente a la bahía. Los lugares sagrados necesitan Paz. O una actitud pacífica y contemplativa. Cuando se vuelven una atracción turística ,pierden la esencia. No puedo conectar con nada mientras me pisan, me empujan y me apuran. Ni ahí ni en la vida cotidiana.
Lo mismo el Camino. No había nadie porque era pleno noviembre y llovía que era un temblor. La propia lluvia era una forma de conexión aún más profunda. Llegaba un momento en que entre el dolor en los pies y la ensopadura, me abstraía. Me iba a otro lugar. A ese en dónde puedo hablar conmigo misma en absoluta tranquilidad y equilibrio.
Hay que saber escucharse. Y ser leal a una convicción. Cuando la gente me dice “Pero vas en invierno, con el frío que hace”, yo pienso, es lo que a mí me va. Y si sabés lo que te va, no te muevas de ahí.
Peero, tocó estar en París en Primavera y vivirlo desde este otro ángulo. Porque sino perdía el pasaje que era el que no había usado el año pasado y se vencía. Y cómo todo tiene un por qué, me estoy dedicando a buscarle el quid de la cosa encontrando lugares sagrados en rincones silenciosos e insospechados.
Que nunca falte tu lugar sagrado en el mundo
Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos
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