¿Por qué nos olvidamos de lo que sabemos? Hay una memoria colectiva no sanada que ninguna mujer olvida
Necesitamos palabras para describir los misterios femeninos que, como todo lo que es de las mujeres, parece que deben transmitirse de mujer a mujer.
Expresar nuestra propia verdad con palabras por primera vez suele ser aterrador, por nuestra experiencia colectiva como mujeres, sabemos que existen riesgos y peligros.
En algún lugar de nuestro interior, recordamos la época de la hoguera, cuando se perseguía y se quemaba vivas a las mujeres acusándolas de brujas. Se hizo durante 300 años, en la Inquisición.
En el holocausto femenino se persiguió a las mujeres por aliviar los dolores del parto (lo cual iba en contra del mandato de la Biblia de “parirás con dolor”. A las sanadoras que conocían las propiedades medicinales de las plantas, mujeres que celebraban la llegada de las estaciones, mujeres excéntricas, mujeres cuyas propiedades alguien codiciaba, mujeres que decían lo que pensaban, mujeres inteligentes, mujeres sin protección.
Esta memoria colectiva tiene el mismo efecto que un trauma personal no superado.
Cuando las mujeres descubrimos nuestras propias experiencias sagradas y hallamos palabras para expresarlas, la ansiedad se apodera de nosotras. Necesitamos ser valientes para dar a luz a lo que sabemos.
Porque tenemos esa memoria arquetípica de que hablar puede costar caro. Tan caro como la propia vida, los propios hijos, la propia casa, las propias cosas que amamos o son importantes para nosotras.
Seamos valientes y demos a luz lo que sabemos. Porque lo sabemos. Internamente siempre sabemos. Y cuando nos olvidamos, nos lo recordamos las unas a las otras.
Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos
Adaptado de un texto de Jean Shinoda Bolen