Blog - Nunca estamos solas

Moverse de los lugares, no siempre es moverse físicamente…

Moverse de un lugar, es sacar el pienso y el siento de donde ya no merecemos estar.
No merecemos estar donde no nos quieran.
Pero a veces compramos oro por baratijas. Porque si nos dicen lo que queremos escuchar, nos olvidamos de observar si las acciones tienen algo que ver con las palabras.
En definitiva, amar es un acto coordinado y coherente. Entre lo que te digo que siento y lo que hago, aumenta y se retroalimenta. A amar también se aprende, ya lo decía Freud. Es que no nacemos amando. Por eso la primera forma de amar que conocemos es la que se vive en casa. O la que no se vive.
Desarmar esa primera forma de amar para crear una propia, nos lleva tiempo. Idas y venidas. Idealizaciones que caen.
Aprender a amar/se, también modifica como somos con el otro. Quien no ama a conciencia, tampoco se ama a sí mismo a conciencia. Aprendemos a tener autoestima, autovaloración, autorespeto, a poner límites a lo que nos hace daño, a hablar de los temas que nos importan, a comunicarnos desde la sinceridad. Y luego puedo estimar, valorar, respetar a alguien. Ponerle límites, hablar de los temas que para mí son importantes y comunicarme desde la sinceridad.
Moverse de los lugares es cambiar. Y cambiamos cuando tenemos buenas razones para hacerlo. Cuando descubrimos que hacer las mismas cosas, nos lleva a lugares similares. Entonces el corazón y la mente inician un nuevo recorrido. Juntos. Donde sentir aplicando el principio de realidad, nos aleje de las cornisas. Amar es un vértigo, pero no tiene por qué terminar en caída dolorosa. Amar con los ojos abiertos es amar lo que existe, aceptar lo que es, entregarse de verdad. Lo otro es el enajenamiento amoroso, y cuando tocamos el piso, duelen hasta los huesos de partes del cuerpo que no los tiene. Aprendamos a amar. Y que sea rock del bueno!

Nunca estamos solas! Ni locas ni rayadas! Vamos que vamos!

Simone Seija Paseyro
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