“Me lo merezco. Me hace feliz. Me lo merezco”
Ese concepto tan sencillo, a las mujeres se nos complica.
Porque a la hora de hacer algo que deseamos, aprendimos que pensar en nuestra alegría es ser egoistas. “Primero los otros”.
Tuve años y años de estar en esa sintonía. Estaba casada , tenía una hija, y me convertí en alguien que ponía en ser “buena esposa, madre, compañera” toda mi energía. Para mi alegría quedaban migajas
Ver a mis amigas en ese tiempo me daba disfrute. Me desconectaba de esa ruedita de hamster que se vuelve el día a día cuando uno es igual al otro, cuando es repetitivo.
Fue pasando vida, llegó mi tiempo más oscuro y cuando después de años de duelo volví a salir a la superficie, me di cuenta de la cantidad de tiempo invertida en convencerme de que los otros no podían sin mí. Y que había que ser “buena”- Que yo tenía que estar para que todo funcionara. El golpe mayor…el mundo giró sin mí. La que me quedé sin ganas y sin fuerzas, sin sentido y alegría, fui yo.
Lentamente empecé a re contactar con lo que me da ganas de vivir. Es un trabajo de cada día el encontrar las vías de disfrute. Se da en lo pequeño. Se da en lo más grande. Pero hacer que no tenga que ver con otros, que sea propio es un camino complejo.
Viajar para mí no es un acto sagrado. Es un acto de goce y disfrute. De salirme de lo cotidiano. De caminar sin pensar en las mil y una cosas que trae el día aparejada.
Lo sagrado de las mujeres antiguas, aquellas que creían en su fuerza, era saber que existía un tiempo para cada cosa. Sobre todo, un tiempo para disfrutar.
Disfrutar sin culpa. Disfrutar con merecimiento. Disfrutar lo que se sueña. Disfrutar como si no hubiera mañana. Porque en realidad lo que tenemos, es el hoy.
En tiempos de tanto empoderamiento, el término disfrute se usa poco. Todo tiene que hacerse por algo, y no meramente por “el goce de”-. No me siento ni un poquito sabia, pero logré comprender que a hacer por el “mero goce de” y sin culpa, se aprende. Porque nos programaron para pensar en los otros antes que en nosotras.
Bendiciones infinitas! Nunca estamos solas! Celebrando vida!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos