Blog - Nunca estamos solas

“Madre, estoy necesitando…”

– “Madre, estoy necesitando una buena decepción amorosa…”.

Así me dice mi hija cuando nos pasamos unos kilos de nuestra raya mental y física.

Con la diferencia generacional y todo, las dos sabemos de lo que hablamos. Cada vez que terminamos una relación, el dolor nos cierra la boca del estómago, yendo hacia una delgadez excesiva fruto del sufrimiento. Podemos bromear con eso cuando no lo estamos viviendo.

Hace un tiempo saltó de un cajón una foto suya, en unas vacaciones con un novio que le hizo la vida a cuadros. Estaba hermosa, porque ella es hermosa, pero las muñecas y los brazos apenas se veían, mientras sostenía una botella sirviéndole un vaso de refresco a él.

Los cuerpos femeninos espejan el alma.
Gritan las emociones.
Denuncian los procesos.
Avisan los peligros.
Lloran las cornisas.
Convocan las miradas cuando irradiamos bienestar y alegría.

Los amores adictivos, cuando logramos soltarlos, nos dejan transparentes aunque nos abracemos a un pote de helado para sofocar las angustias o lloremos masticando chocolate.

Con el paso del tiempo, aprendemos que hay “un día después”, y una vida que sigue. Pero si se ama con intensidad, con intensidad se duele…
Si me dan a elegir prefiero dolerme que perdurar sin haber amado.

Y si me dan a elegir aún otra vez, elijo amar sin adicción, en una versión actual de un buen amor.

Bendiciones!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos