Lo que sembramos, cosechamos. Es ley
Ser una mujer sola, sin pareja, independiente y libre tiene ventajas y desventajas.
Saber que vivís de lo que ganas, da vértigo. Porque no hay marido a quien recurrir, ni gastos compartidos, ni apoyos extra. Sos vos y el mundo.
Por eso admiro visceralmente a cada una de las que día tras día enfrenta la mañana sabiendo que cuenta consigo misma. Y poco más. Con su salud, sus capacidades, su determinación, su valentía. A las que administramos con mano de hierro lo que hay, porque…es lo que hay.
Hay poca poesía en la sensación de tener una cuenta que pagar y ser la única responsable.
Hay poca poesía en creer que el dinero cuando te dedicás a algo espiritual, debería ser secundario. Secundarias las Bahamas.
Hay poca poesía cuando te compadecés porque alguien te dice que no tiene y no puede, y porque es tu amiga, y le decís que cuando pueda, y nunca más te lo paga.
Hay poca poesía pero mucha comprensión porque esa persona que no trabaja y tiene un marido que trabaja muy bien, no sabe lo que es no tener, no llegar. Porque aunque no tenga independencia y libertad, hay. Siempre hay.
Y una que supo estar en ese lugar sabe que esa pseudo seguridad se paga carísima.
Esta es lamentablemente una historia real.
Y la realidad de la historia detrás del valorarme y respetarme. Porque lo cierto es que si no te valorás y respetás vos, los demás no están obligados.
Cuando se trata de un amigo doblemente se honran las deudas. Porque es un amigo.
Cuando se trata de alguien que no conocemos, doblemente se honran las deudas. Porque no lo conocemos.
Porque se cosecha, la siembra.
Hay mucha romantización en torno a la independencia. A caminar solas. A ser emprendedoras.
Hay mucha nube de pedos rosas que hablan de empoderamiento y sororidad, pero a la hora de Ser y Hacer, el discurso se da de trompa con las acciones.
Merecemos que nos vaya bien.
Merecemos recibir lo que valemos.
Y tenemos la responsabilidad de la siembra.
Porque por algo cada una está en la que está.
Valientes y queridas mujeres del alma mía, que vogamos solitarias y dignas. Nos amo y nos venero. Nos admiro y nos quiero.
Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos