Blog - Nunca estamos solas

Llega quien tiene que llegar

Acceder a una lectura de Registros es mucho más que la simple coordinación de una consulta.

La agenda está llena de marcas, nombres, contactos, corrector, diversidad y magia.

Se inventan horarios que no existen para darle lugar a la gente que ya conocemos y queremos mucho.

Se abren espacios para los nuevos, aquellos que luego van a ser conocidos, a volver, y a recibir ese abrazo en la puerta, la mirada de alegría y mi:

– ¿Cómo andás? Qué bueno verte de nuevo!

Conocemos personas de todas las edades y lugares. Altas, bajas, jóvenes y no. Simpáticas, enojadas, encantadoras, desconfiadas, agradecidas, cerradas, amables.

Personas que viven en Montevideo, o que vienen del interior en grupo de amigas haciéndose el aguante unas a otras. Otras a las que nunca vemos personalmente porque las recibimos por skype, desde lugares tan dispares como México, Chile, Argentina, España, Malta, Francia, Alemania, Paraguay, Brasil.

Lo que las une, es que todas y cada una de esas personas, tienen que llegar.

Cada una de ellas tiene la pureza de corazón necesaria como para que su alma reciba el mensaje.

Cada una tiene la paciencia de esperar cuando les damos hora para meses después. Pero saben que cuando plantean una urgencia real, aunque no las hayamos visto nunca, les hacemos un hueco para aliviar.

Así como tenemos la firmeza necesaria para decir que no cuando los motivos que las traen a la consulta no son luminosos, sino de oscuridad. Entonces las puertas se cierran y quedan donde tienen que quedar.

Cuando entran a la consulta, los rostros ansiosos y a veces asustados, se transforman.

Las mandíbulas se relajan, respiran profundo, la alquimia los rodea, la oración los protege, las presencias de Luz los envuelven… y son, son ellos.

Lo bueno y lo malo, su luz y su oscuridad. Su historia real contada por una persona que nunca los vio pero les dice lo que solamente ellos saben. Un encuentro profundo consigo mismos.

Y la información llega… porque llega lo que tiene que llegar.

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos