LA VIOLENCIA Y UN VESTIDO DE FIESTA
Se había vestido para ir a ese casamiento y sabía y se sentía hermosa. Pero cuando él la vió le dijo que se fuera a cambiar, que qué se creía.
La fue separando de todas sus amigas sin pareja. De las que eran “liberadas”. De las que “le metían ideas en la cabeza”. Y como le daba vergüenza decir lo que pasaba, las fue soltando de a una, hasta quedarse sola. Y como le daba vergüenza, cada vez que el le reprocha que la mantiene porque no trabaja, hunde la cabeza y dice que no pasa nada. Cada vez más sola y violentada.
La acusaba de loca y celotípica… porque cuando iban a algún lugar colgaba las fotos como si hubiera ido solo, y recibía comentarios de mujeres. Pero cuando su pareja le reclamaba algo , la mandaba callar diciéndole que estaba enferma.
Y hubo un día que se sintió tan desdichada, que se enroscó a dormir en el living helado de la casa que no era suya, mientras escuchaba los ronquidos desde el cuarto.
Comenzó a olvidarse de la que era. De cuando era feliz. Y libre.
Cuando podía manejar el auto sin que le dijeran que no sabía hacerlo bien y se entreveraba al tomar las rutas. Cuando podía disponer de sus horarios, justo antes de ser madre. Porque desde que lo era, la responsabilidad de los hijos era solo de ella.
Y así se van tejiendo las violencias cotidianas. Sin darnos cuenta. Cediendo espacios. Callando.
Hasta que nos creemos volver locas. O nos enteramos que se abusan de nuestros hijos. O nos enfermamos de cáncer que es la enfermedad del desamor y nos abandonan por otra. Hasta que decimos “Basta”, nos vamos y comienzan las represalias. Nos sacan los hijos, nos difaman, nos acusan y si les dan las agallas, últimamente… nos matan.
Hay muchas formas de morir antes de estar muerta. Si vives una vida de desamor y te quedas quieta por miedo, busca a tus hermanas. El 35 % de las mujeres del mundo hemos sido violentadas. 35% de las mujeres del mundo… demasiadas…
Quebremos el silencio… elevemos la voz… despertemos mientras estamos vivas y denunciemos. Denunciemos. Denunciemos. Aunque el sistema nos mate dos veces, porque no nos escuche. Finalmente el ruido va a ser tanto que no va a quedar más remedio que escucharnos.
No estás loca, ni sos una desubicada. Tienes derecho a decir lo que sientes, a tener amigas, a trabajar, a disponer de lo que ganes… pero sobre todo tienes derecho a vivir en Amor…
Despierta hermana… todas lo estamos haciendo, en Amor y Paz, pero con firmeza.
Bendiciones!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos