La conocí en una excursión…
La conocí en una excursión por las Highlands,en Escocia. La mayoría eran catalanes, como ella. Luego había dos madrileñas que quedaron en el corazón y en la vida. Y un guía español cruza de elfo y picto que me pintó la historia como un presente eterno repleto de misterios.
Ella hablaba francés y nos olvidamos del mundo una noche que compartimos la cena en Aviemore. Me contó que vivía en Lérida, que sus padres habían huido a Francia como consecuencia de la Guerra Civil, para salvar su vida.
Le hablé de Almudena Grandes y sus libros mezcla de historia con la parte humana de quiénes la viven. Cómo me impresionaba que en pueblos pequeños se dieran divisiones en donde una mitad resistía y la otra intentaba quebrar la resistencia.
Se quedó muda, blanca, los rasgos tensos.
– Yo me cruzo todos los días con las personas que entregaron a mis padres. ¿Cómo pude olvidarme?
Porque no nos olvidamos. Hacemos con los recuerdos del horror un atadito que llevamos a la espalda. Que legamos a la generación que nos sigue y que huele a miedo, impunidad, lucha de hermanos contra hermanos, traiciones, verdades enteras cortadas en rodajas transparentes, para poder seguir viviendo.
El día que supe en carne propia que cuando pasamos de plano, nuestros seres queridos nos vienen a buscar, también sentí que se presentan aquellos a quienes se les ha quitado la vida. Porque quebramos la ley primera. Entonces…
Estiré la mano sobre la mesa y le dije: “No duermen. Por las noches no duermen. Aunque crean que si… no duermen”.
Deseé que se soltaran todos los fardos impunes. Porque en la rueda de la vida todos fuimos todo. Y hay una perfección Divina en lo dolorosamente humano. Cuando el libre albedrío nos arrastra a lugares oscuros, tenemos otra oportunidad de volver y trascendernos… si es que elegimos no repetir.
Cuatro lágrimas gordas cayeron sobre la mesa escocesa, un par de sus ojos, un par de los míos.
Vale la pena estar vivos, siempre… hasta para poder llorar los recuerdos que duelen…
Bendiciones!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos