¿Es el primer paso el más importante?
La gran dificultad es darlo.
Y el error, creer que con eso, alcanza.
Antes de que una idea se materialice, tiene que alcanzar tanta fuerza que se vuelva inquietante.
A veces surge como un murmullo en el fondo de la mente.
Otras atropella todo a su paso y enmudece al mundo entero.
Una buena idea, una de calidad, que germine y crezca, tiene que ser propia.
Una idea propia no imita. No copia. No intenta llegar donde llegaron otros priorizando la meta sobre el camino.
Por eso tantas veces parece que “las cosas fallan”.
Un proyecto, el que sea, referido a cualquier tema, nace de una buena idea.
Hay que saber distinguir las ideas que sólo son ensoñaciones de las ideas viables.
Una idea viable se rige por un principio de realidad. Lo que no tiene nada que ver con achicar los sueños. Pero un sueño sin un “cómo” aterrizarlo, nunca pasará de sueño, nunca llegará a cuajar.
Una buena idea, toma la delantera y sobrepasa a todas las otras. Compite dentro de mi mente y de mi ánimo, pero se revela, se ilumina y se visibiliza.
Porque para que una idea funcione hay que priorizarla. Mimarla. Imaginarla.
Mientras caminamos como si tal cosa.
Cuando se abre una oportunidad, no dudamos en hacer el primer movimiento.
Que nunca es impulsivo. Porque lo estábamos esperando.
Hay que aprender a ser fiel y leal. A las propias ideas.
La infidelidad mayor es la que cometemos con nosotras mismas. Cuando engañamos a nuestras ideas, regalando el tiempo que les corresponde a lo que no lo vale.
¿Querés que te enseñe cómo se hace?
Juntas soñamos y materializamos rock!
Escrito Por Simone Seija
La Psicóloga que leo Registros Akásicos
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