Blog - Nunca estamos solas

El arte de convivir

Esta semana cayeron en mis manos algunas revistas que con el temita de la primavera, hablan de temporada de casamientos. Parece que con el calorcito, florecemos como rosas. Una de ellas tiene una serie de títulos tales como: “Amor sin libreta”, “Cupido mortal”, “Bésame mucho”, “Esta noche no…”. Me encuentro con uno que me llama la atención: “El arte de convivir”.

Me encanta casarme y ver como quiénes se quieren, se casan,Adoro el romance inicial, la decisión en sí, pasar por el registro, si hay fiesta la fiesta, si no hay lo que sea que haya. Ese sentimiento de confianza absoluta en la vida y en el género humano, que hace que vayamos hacia adelante, convencidas, a firmar un contrato cuya cláusula principal habla de “para toda la vida”.Con lo que después de casi treinta años de sucesivamente enlazada, formulo la siguientes preguntas :

¿Cómo se hace para mantener viva la pasión de los primeros tiempos? ¿Cómo se resiste el impacto brutal de la diferencia con el otro, el cruel despertar de que pasado el enamoramiento, emerge un simple ser humano (por ambos lados, claro)? ¿Cómo se evade el aburrimiento? ¿Cómo se establecen relaciones que nutran y enriquezcan, nutriendo y enriqueciéndose cada una de las partes? ¿Cuánto disfruto de hacer cosas con el otro o estoy constantemente acompañada de terceros, porque solos los dos nos aburrimos?

Es curioso que todo se centra en el momento del enlace, pero sobre el arte en sí de construir un vínculo con otro, poco se dice.

Porque es una aventura única, personal e irrepetible. Porque sólo quien vive la relación la conoce y la sabe. Tantas veces decimos que a la amistad hay que cultivarla…¿y a la pareja?

Pasar tiempo de calidad con la persona que comparte nuestra vida, me parece que sería la base de toda la estructura. Escuchar, cuando lo que nos cuentan ya no es tan entretenido ni novedoso, sino profundo, cotidiano. Y ser escuchada. Porque sino, alguien se está quedando con tu energía sin equilibrarla. Querer realmente lo mejor para el otro, porque lo amas lo suficiente como para desear que se realice. Y realizarte. Porque la versión del matrimonio como “uno se sacrifica para que el otro viva” …da para pensarlo.
Si queremos tener hijos hablar de cuánto estamos dispuestos a poner de nosotros en esa nueva situación que concierne a los dos, no sólo a la madre. He notado que la responsabilidad de que los hijos estén bien o mal “cuidados” la sociedad la pone sobre la madre. Sin verla. Sin contemplar sus necesidades. Sin que a ella se le ocurra hablar de lo que necesita.

Después de ser madres el personaje principal es el nuevo integrante. Y los que le sigan. Si en esa parte del camino nos perdemos a nosotras mismas, nos olvidamos de aquel con quien decidimos construir esa vida, aquel con quien mutuamente nos elegimos. nos olvidamos de ser compañeros de ruta, en ese momento se da un quiebre imperceptible. Por el motivo que sea. ¿Cual es la prioridad? ¿En qué lugar queda el vínculo? ¿En qué lugar quedo yo?. ¿Cual es la causa primera del estar juntos ? Preguntarse pasado unos años cuales son las razones, las ganas, los sentimientos que nos llevan a seguir creyendo en un proyecto en común. Y chequear si hay espacio para Ser…y dejar ser.

Hay quien conserva a su lado al “mejor amigo”, pero recuerden que la sexualidad es lo que diferencia pareja de amistad. Un mejor amigo sin sexo es un hermano. Hay quien siente que si es para toda la vida, es para toda la vida, y se transita por donde sea, porque esa es la prioridad. Hay quien despierta en el medio del camino y se conoce a sí misma y siente que ya no es la misma. Hay quiénes construyen el amor cada día, y esa celebración genuina da alegría. La alegría…he ahí un barómetro exquisito para saber si donde estamos es el lugar…

Mi muy personal postura, es que si uno cuando tenía 20 años eligió una profesión/marido/casa/amiga, siendo quien era a los 20, tiene muchas posibilidades de querer algo distinto, diez, veinte o treinta años después. Porque el ser humano evoluciona, se construye una y tantas veces como sea necesario. Y en ese camino de evolución, se cambian las afinidades, las necesidades, los gustos. Y ¿en qué parte de la Constitución o la Biblia dice “te quedarás agarrado al mismo clavo hasta que como madera que lo portas te pudras y te caigas a pedazos” si sientes que eso no es unión sino morir?

Por eso cuando fantaseo, lo hago con aquellas películas donde los amores son eternos. Pero cuando vivo, elijo ser la que soy. En el acierto o no, siempre es mejor, como decía la letra de la canción, honrar la vida. Y Ser una misma…Y estar con alguien que sea el mismo. El acto supremo de amor es aceptarnos tal cual somos. Aceptar al otro tal cual es. Porque cuando surge la frasecita “Yo espero que algún día cambie”,es que quien está a nuestro lado así, tal como realmente es…no es.

Nunca estamos solas!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akasicos