Blog - Nunca estamos solas

Dar es acto de grandeza. Recibir es acto de valentía

En el equilibrio entre el dar y el recibir, el rol de salvadoras, sanadoras, sostenedoras nos la complica.
Nos ocupamos de dar con calidad. Dar escucha, dar sostén, dar apoyo. Dar.

Recibir pasa a un segundo plano.
Porque recibir o esperar a cambio está mal visto.

Después no sabemos por qué nos cuesta trabajar y valorar lo que hacemos, cobrarlo de acuerdo a esa valoración y no poner en último lugar el recibir de acuerdo a lo que damos. No hay fenómeno sin causa. Se hacen cursos de autoestima y valoración basados en esa dificultad.

En el rol de parejas, de madres, de hijas, de amigas, dar es una obligación “inherente al cargo”. Pero, ¿qué recibimos a cambio?

“No espero nada, lo que doy lo doy porque quiero”. Es una respuesta bien generalizada.
Dar porque queremos, siempre.
Y recibir acorde. Siempre también.
Cosas como afecto, respeto, tiempo, buen trato, ayuda, y un Gracias, se me antojan básicas. Si te lo doy, dámelo. Merezco recibir tanto como doy y de similar calidad.

Y luego, en los vínculos, cuando me voy a encontrar con alguien, comencé a hacerme esta pregunta. “¿Qué hay para mí en este encuentro?”.
Tengo el síndrome del bombero voluntario, apaga incendios de alma. Nunca me planteaba si había algo para mí a nivel humano. Por eso, haciendo evaluación de recorrido, me pregunté por qué me quería tampoco. No podía fallar, defraudar o no estar a la altura. Pero si me fallaban, defraudaban o no estaban a la altura, seguía para adelante como si no fuera importante. Y lo es.

Dar es más sencillo que recibir. Porque a dar nos preparan toda la vida.
A recibir nos convencen que no es importante. ¿Dijo quién?

Cuando tenemos una vida de relaciones sin reciprocidad, nos lamentamos.
Menos lamento, más acción. Somos las dueñas de nuestra manera de vincularnos, y las responsables de lo que permitimos. Lo sencillo es complejo.

Merecemos.

Escrito por Simone Seija
La Psi que leo Registros Akásicos
Consteladora Akásica