Blog - Nunca estamos solas

¿Cómo se puede amar realmente a quien se idealiza?

Idealizar es elevar las cualidades de algo o alguien por encima de la realidad. Ya sea por imaginación, fantasía, deseo, inteligencia.
Entonces si me enamoro de alguien a quien idealizo no me enamoro de él, sino de mi idea acerca de él. O sea, de una persona que no existe.
Por eso tantos vínculos no prosperan.
Depositamos en la otra persona cualidades que no tienen, pensamientos que nunca salieron de su cabeza, sentimientos que no experimentaron. Es el ámbito de los supuestos…
Y es que cuando encontramos el amor tenemos una necesidad imperiosa de lograr tener puntos de coincidencia. “Le gusta la misma música. Ir a los mismos lugares. Le encantan los libros que yo leo. Le fascina correr como a mi….” Y es que en los inicios lo que más destacan son las similitudes. Porque es lo que queremos encontrar.
Pero por más que lo intentemos, el otro no es nosotros. No va a actuar/sentir/hacer tal como queremos siempre. Porque es humano, no un robot programado para satisfacernos.
Ahí entramos en la zona de lo que para nosotros es negociable o no. Pero en la ansiedad de que resulte, nos olvidamos de evaluar como nos estamos sintiendo. Y caemos en lo que llamo “cocina fusión”. Si hasta ahora detesté las berenjenas pero a vos te encantan, entonces desde hoy amo las berenjenas.
Que es como idealizar pero a la inversa. Si no sos exactamente el hombre que quería que fueras, yo me convierto en la mujer que se te parece tanto que voy a ser tu ideal.
El idealizado puede disfrutar al principio. ¿A quien no le gusta escuchar que sos la persona especial y única en la vida del otro?
Todavía me acuerdo de aquella vez, frente a una estufa, con una copa de vino en la mano, esa voz que me dijo tomándome de la mano “Estoy tan feliz de haberte encontrado!”. Cortá con tanta dulzura. A los tres meses todo lo que le encantaba de haberme encontrado era una fuente de problemas, porque no era un ideal, sino una mujer con defectos y virtudes. Para él más de lo primero que de lo segundo…
Por eso me gustan los hombres reales y falentes. Verdaderos. Que disfruten de las mismas características en mí. Con esa arena te construyo un castillo. Con el polvo de estrellas….ni un ladrillo.

Bendiciones infinitas! Nunca estamos solas!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos