CÓMO NOS DAMOS CUENTA SI ESTAMOS REENCARNANDO EN VIDA…
Reencarnar en la propia vida es cómo volver a parirse.
Eso incluye la gestación (que es un tiempo en que algo nuevo crece y toma forma) y el parto… que significa atravesar situaciones que se hacen salir a un mundo nuevo, que nada te asegura que va a ser fácil, pero sí distinto y en sintonía con tu alma.
La primer parte de nuestra vida, se arma en general con las expectativas sociales. Buscamos concretar lo que nos aseguraron era un pasaporte al bienestar: profesión, familia, casa, hijos, trabajo. Y para muchos funciona. No está ni bien, ni mal. Lo importante es que quien lo viva se sienta a gusto.
En un momento del camino, sentimos que nos interesan otras cosas. Que vinimos para algo, aunque no lo tengamos claro. Que seguir viviendo en ese encuadre no es vivir, sino ir muriendo de a migajas.
Cuando rompemos con los esquemas previstos. Cuando decidimos tomar los caminos que deseamos, eso puede generar enojo, frustración y hasta represalias por parte del entorno.
Vivir como se quiere y ser quien se es, a veces, tiene un precio. Sobre todo para las mujeres.
Reencarnar en la propia vida tiene que ver con animarse a divorciarse si el hombre o la mujer con quien estás no te hace feliz.
Reencarnar en la propia vida tiene que ver con cambiar de actividad, o estudiar otra carrera, o abrir las puertas a la espiritualidad, aunque eso implique perder económicamente. Aunque dé miedo. Aunque no se sepa qué final va a tener ese movimiento.
Reencarnar en la propia vida es comenzar a escucharte a ti misma y no las opiniones e intervenciones de quiénes te rodean. Que lo hacen por tu bien. Pero no tienen idea de cómo quieres vivir y ser, con lo cual, reencarnar en la propia vida, conlleva ponerle límites a quiénes más se quiere.
Alguien preguntó cómo darse cuenta si eso estaba pasando: si estás llena de confusión, si tienes claro lo que no quieres pero todavía no ves puerto, si estás pagando con dolor el haberte animado a ser libre… casi seguro… estás entrando en el canal de parto.
Lo único que te puedo decir es que vale la pena…aunque a veces sientas que pierdes la razón y no haya un humano que te entienda. Dios no te abandona jamás en el proceso y te espera del otro lado: cómo a cada humano que nace, como a cada humano que muere.
Bendiciones!!!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos