Blog - Nunca estamos solas

¿CÓMO LLEGUÉ A CONOCER A MIS GUÍAS?

Tenía unos veinte años, ya estaba casada, con una hija de dos años y tratando de sacar adelante la carrera de Escribana.
Entonces alguien me habló sobre unos cursos de Control Mental que dictaba Roma Bettoni.
Fui llevando el curso y leyendo el libro hasta que llegué al capítulo, “Cómo comunicarse con tus guías espirituales”. Todavía recuerdo cuando me preparé. Fui siguiendo cada uno de los pasos, y en un momento dado… los vi entrar al lugar sagrado que había armado en mi mente.
Fue tal el susto que quedé temblando. Era una mezcla de alegría y emoción muy grandes, pero también de miedo. Estaba criada de una manera racional, casada con un intelectual, hija de padres que de esotéricos nada…
Al otro día llamé a mi madre por teléfono y le dije lo que había pasado. Que no tenía idea de qué podía ser, pero esas personas existían y habían hablado conmigo.
Y ella, con gran calma, me dijo que no me preocupara, que alguien me estaba esperando.
Hacía unos meses se estaba tratando con un cirujano plástico por un tema vascular. El le había preguntado por mí y había surgido la anécdota de “la bola de fuego” frente a mi ventana cuando tenía un año y algo.
Ella recordaba que una noche, yo le había pedido que apagara la luz.Se acercó al cuarto y lo vió encendido en rojo fuego, y al mirar por la ventana vio una bola roja que se mantuvo durante un tiempo largo y luego se fue por sobre el muro lindero.
Mamá había guardado ese recuerdo , lo había olvidado porque no tenía explicación. Y veinte años después un desconocido le estaba preguntando por ese episodio.
– En ese momento le dieron la información que necesitaba para esta encarnación. En estos días va a descubrir que existe un mundo paralelo y se va a asustar. Decíle que me venga a ver, que la estoy esperando.

Los caminos de la Luz para llegar hasta nosotros toman las formas más diversas.
¿Eres consciente de los hechos que han sucedido en tu vida, que se han presentado para llamar tu atención?
Siempre nos acompañan, sólo esperan que los escuchemos.

Bendiciones!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos