Blog - Nunca estamos solas

BENDITA CINCUENTENA…

Llegan los 50 y el cuerpo se encabrita. Actúa por su cuenta. Nos asombra. Adquiere vida propia. Nos llama a gritos. “Disfrutame ya. Ahora que es tiempo”. – aúlla quedito entre calores y vientos.

Estamos en una especie de no lugar entre los eternos cuarenta y una vejez que todavía se nos hace ajena.

Algunas luchan contra la gravedad, otras nos dejamos llevar con ella.

Hay quien dice que nada cambió pero todas sabemos que negar ese tsunami es el primer paso para tardarnos más tiempo entre sus garras y no elegir salir de una cordial manera.

Están las que todavía crían hijos que no llegaron a la mayoría de edad, y esfuerzan sus neuronas y su psiquis en la ardua tarea de comprender los nuevos códigos y discernir entre la cordura y la antigüedad de ideas.

Estamos las que soltamos hace mucho a nuestros hijos, y disfrutamos la vida desde una libertad no imaginada. Acomodando el cuerpo a las nuevas posibilidades, tanto como antes lo hicimos a no tenerlas.

Y están las que sufren el síndrome del nido vacío, añorando y temiendo por la fortaleza de las alas nuevas del retoño que se larga a vivir por sí mismo.

Llegan los 50 y el amor toma nuevas maneras. Ya no es urgente la maternidad. Ni casarnos. Ni darle forma a lo que sea. Sino que entramos en tiempo de no acomodarnos a modelos pre-hechos para ingresar al mundo de la alta costura con diseñador exclusivo.

Nosotras elegimos la tela, el modelo, la cosemos, la bordamos y la usamos como sentimos. A la vida… y a todo lo que ella conlleva.

Ya no hay tantas urgencias y podemos pensar qué nos gusta hacer. Y hasta hacerlo! Si nos animamos, claro.

Podemos reciclar viejos amores que no nos dimos el permiso de vivir en su momento.

O recorrer el mundo a solas porque nunca tuvimos silencio dentro de nuestros pensamientos.

Es tan amplio el menú a los 50. Porque queda cuerpo, queda sangre, queda vida y los caminos se multiplican por delante.

Pero hay un descubrimiento previo que para mí es excluyente. ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Cómo lo quiero? ¿Cuándo lo quiero?

Esas preguntas se hacen a todas las edades. Pero a los 50 tal vez las respuestas sean valientemente diferentes. Porque ya quebramos una etapa de vivir para los otros, para animarnos a vivir para nosotras. Si es que nos damos cuenta que seguramente ya saldamos todas las cuentas que vinimos a pagar.

Y bien puestas al día las finanzas de la vida…podemos empezar a gastar vida nueva. Propia vida. Gozosa vida. Lubricada vida. Golosa vida. Lujuriosa vida. Sexualizada vida. Liberada vida.

Porque al cumplir 50, como rito de amor, está bueno tirar a la basura del qué dirán todo lo que nos cohibió, reprimió y apartó de un concepto de cuerpo-amor en movimiento de placer y entrega. Por el mero gusto de sentirnos vivas…

Benditos 50, Benditos Benditos. Toda una década para disfrutarlos y para prepararnos a disfrutar

la siguiente. Nunca estamos solas!

Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akásicos