Asumiendo el propio maternaje. Dejar de querer conformar a mamá
¿Por qué razón si una madre o un padre no nos dio de niños el amor que necesitábamos, seguimos esperando de adultos que nos lo brinden?
¿Por qué ponemos como medidor de lo que valemos, la satisfacción de quien nunca está satisfecho con lo que hacemos?
Si el sentido de nuestra vida es que otro se sienta feliz y pleno con nuestras acciones, se nos va a pasar la vida haciendo para otro. Dándole el poder de determinar nuestra valoración. Porque si lo que hago sólo es válido si le gusta a mi mamá, o a mi pareja o a mi entorno, voy a estar en la cuerda floja de lo que esa persona para mí importante, vea en mí.
Adultas diciendo que les duele que lo que hacen nunca le alcance a su madre, somos niñas sin terminar de madurar que no aceptamos la madre que tenemos.
Si a tu mamá no le alcanza lo que le ofrecés, tiene todo el derecho. Amargarte o no la vida por eso, es el tuyo mi amol!
Queremos que nos amen. Que nos acepten. Que valoren lo que damos. Que reconozcan que somos valiosas.
¿Me amo? ¿Me acepto? ¿Valoro lo que doy? ¿Me reconozco valiosa?
Si la respuesta a estas cuatro preguntas es “Sí”, maravilloso.
Si es “No”, maravilloso también. Porque para poder cambiar algo en mi vida, tengo que saber qué quiero cambiar. Si tu relación contigo misma no te conforma, es una de las mejores razones para trabajar.
De relaciones con nosotras mismas que no nos conforman, sale el combustible que sostiene los vínculos no satisfactorios y dolorosos de nuestra vida.
Ser adultas es comprender que el otro da lo que quiere dar. Y una decide si le es suficiente. Si amerita el esfuerzo. Si le alcanzan las ganas.
Merecemos relaciones sanas. Empezando por casa.
Escrito por Simone Seija
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