“A volar mi amor, vamos a volar mi amor…”
Durante la mayor parte de mi vida sentí enojos. Contra personas, contra instituciones, contra acontecimientos, contra decisiones de otros que me afectaban, contra empleadores, contra mis parejas, contra mis padres. Invertí días valiosos en rumiar planes para cambiar circunstancias o pergeñar elaboradas estrategias para “defenderme” de ilusorios ataques.
La realidad me indicó que, salvo contadas excepciones, los otros viven su vida sin preocuparse demasiado de uno. Pero sucede que con su Vida, a veces voluntaria y otras involuntariamente, nos hieren. Al vivir, al transitar su camino, nos afectan. Y ahí saltan nuestros enojos.
Que son de cada uno. Creados, alimentados, aderezados y mantenidos por nosotros. Si decidiéramos asumir qué parte de nuestro Ser no está funcionando bien y se siente lastimado, qué abandonos, qué heridas acumulamos en nuestra vida que nos hacen estar a la defensiva, acorazados y sangrantes, entonces, seríamos dueños de nuestros enojos, y podríamos enviarlos al Universo para que se disuelvan, liberándonos.
Hoy es un buen día para pensar en aquellas personas o situaciones que nos están turbando, empañando la felicidad. Tras tenerlas bien identificadas, sería bueno tomar contacto con el enojo que nos provocan. No tienen culpa. Son lo que pueden ser. Está a la mano de cada uno reconocer sus propias heridas y trabajarlas.
Hoy estoy con ganas de hablar con mis enojos, son habitantes de mi ánimo que me impiden funcionar, avanzar, crear, amar, ser feliz y dejar que los demás lo sean. Hoy es un buen día… para dejarlos ir.
Bendiciones infinitas! Nunca estamos solas!
Simone Seija Paseyro
Lectora de Registros Akasicos